Decoración de dormitorios infantiles: el poder teletransportador del color
Los niños desarrollan muy pronto la habilidad de distinguir colores y tonalidades. Saben perfectamente qué color quieren llevar hasta en los calcetines. Pero hay algo más a tener en cuenta: cada niño necesita un tipo u otro de color que lo estimule y se adapte a su carácter. Para los más activos, que mantienen arduas luchas con dragones hasta en la hora de la siesta, busca colores más neutros (que no aburridos) como el azul o el verde.
A los que les hace falta un empujoncito para empezar grandes aventuras, prueba con mezclar más colores en sus espacios. El color naranja, por ejemplo, estimula la creatividad. Pinta una o dos paredes y combina las demás con un color más neutro (puede ser el mismo pero bajando la tonalidad). Y no olvidemos los clásicos: El blanco aumenta el espacio y lo hace más brillante, ayuda a ordenar los colores y a crear harmonía.
En cambio, las tonalidades más oscuras crean un ambiente más acogedor y favorecen que la luz artificial le de amplitud a la estancia. Sabiendo esto, ya puedes hacer que el color sea algo más que un adjetivo en su pared.